En la niñez y adolescencia somos invadidos con preguntas, como:

¿Qué deseas ser, cuándo seas grande?

Dar respuesta a esta pregunta requiere de una postura multidimensional iniciada por las necesidades de superación que tiene el individuo, dada la complejidad y alcance de responsabilidades y a la creciente y disruptivas nuevas profesiones que aun no se incorporan a las estructuras académicas tradicionales. Las personas usualmente no sólo tienen una respuesta a esa pregunta, sino varias, es decir, diferentes perspectivas a las que les gustaría dedicarse de manera profesional. Estas vocaciones, están relacionadas con las habilidades específicas de cada persona, pero en ellas también influyen otros factores como las posibilidades económicas, el contexto familiar o las influencias del entorno.

Coordinar esfuerzos individuales para el logro de objetivos, requiere de preparación consciente y del desarrollo de habilidades (técnicas, humanísticas y conceptuales) que capacitan al individuo para cumplir con eficiencia sus objetivos personales; todo esto en el plano de la cotidianidad, permitiendo la oportunidad para desempeñar exitosamente roles interpersonales, informativos y decisorios.

Las habilidades deben sustentarse en una agudeza de la conducta de trabajo, sin menoscabar el profundo discernimiento psicológico.  En este proceso, el comportamiento aporta un conjunto de conceptos que operan también como guías de su actuación, indistintamente de las circunstancias.

Cualquiera puede llegar a ocupar una posición en una organización o emprender un proyecto propio, donde se desenvuelva de forma asertiva, sin embargo, no todos llegan a ser buenos y muy pocos sobresalen de lo ordinario. El desarrollo de las habilidades y la internalización de los conceptos fundamentales del comportamiento, y sobre todo la vocación y disciplina, pueden marcar la diferencia por la inspiración individual e interna.

No existe una lista de vocaciones asociadas a un patrón común que caracterizan un perfil de ocupación.  Sin embargo, sí es posible enumerar unas cualidades específicas que deberían caracterizar los requerimientos mínimos.

Indistintamente de la actividad, es fundamental tener empatía con las tareas propuestas y tener competencia para realizarlas. Cuando se tiene una gran perspectiva en una profesión, por lo general se triunfa en ella. La inteligencia se ve estimulada y agrandada por la vocación y por ende el rendimiento se incrementa.

La vocación profesional tiene mucho que ver con el perfeccionamiento individual y el progreso general.

Mientras existan personas trabajando en lo que les gusta, la tarea será más sencilla.

El proceso de descubrimiento de la propia vocación es muy confuso y no es igual para todas las personas. Un adecuado proceso de orientación vocacional definirá importantes bases para ejercer las actividades de forma exitosa, no importando las dificultades que se presenten en el ejercicio de sus funciones.