A medida que la situación de la infección por coronavirus se vuelve más grave y tiene un impacto más amplio en el tiempo. Con el número de personas infectadas aumentando continuamente los países ciertamente enfrentan una emergencia sin precedentes que agudiza la concentración del poder, vulneración de derechos y libertades, y el uso de grandes sumas en la economía para mitigar la crisis y atender la contingencia, sin embargo, no se pueden subestimar los riesgos de corrupción.  

Las prácticas corruptas pueden afectar al sector público y privado simultáneamente, estas prácticas tienden a volcarse sobre aquellas situaciones que inciden en nuestra vida diaria, el brote de la epidemia de COVID-19 aumenta los riesgos de corrupción, especialmente en:

  • Adquisiciones publicas
  • Sobornos en servicios relacionados con la salud
  • Investigación y desarrollo nuevos tratamiento médicos y vacunas
  • Venta yo tráfico de productos médicos
  • Ayudas humanitarias

Las nuevas oportunidades para consolidar las riquezas ilícitas están en la mesa. La corrupción ya existente hace que sea mucho más difícil responder a la creciente amenaza, los ingresos de los ciudadanos han disminuido y los riesgos de delitos han aumentado, se trata de una situación social que ya existe y es grave pero que puede agravarse aún más a consecuencia de nuevos grupos que puedan verse expuestos a la delincuencia o cometer delitos en un intento por resolver su situación.

Las consecuencias de la pandemia Covid-19 han debilitado la economía mundial y creado nuevas amenazas en las que puede surgir los delitos de corrupción.

Saber cuál podría ser el efecto a largo plazo la pandemia y la corrupción es incierto, por la infinidad de factores en el entorno actual. La crisis del coronavirus agudiza aun mas los problemas que ya existían. Los gobiernos han tomado mayor control sobre la economía, y esto aumenta considerablemente las proporciones para la corrupción.

Es ineludible cultivar las enseñanzas de la situación actual, para constituir pautas universales a fin de responder a los nuevos desafíos de forma coherente en el futuro.

Los trabajo contra la corrupción deben tomarse en serio en todos los niveles y etapas. Se deben realizar evaluaciones de riesgo e implementar medidas de mitigación para prevenir y detectar abusos.  Crear nuevas formas de control público y de transparencia en las decisiones de un Estado, fundamentado en la era digital y formar a la sociedad, con un nivel de tolerancia cero a la corrupción a través de  un trabajo  constante y objetivo.

El desarrollo de un país y el bienestar de la población dependen de la implementación de medidas efectivas en la lucha contra la corrupción.

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